Y si. El público reclama la vuelta (bah, que le devolvamos el dinero). Asà que lamento comunicarles que deberán hacer cola para golpearnos. Por ahora, el seventy boy:
El TÃo se sigue tomando todo esto muy en serio y me pide que cuente más historias asombrosas. Esta vez, sobre:
Mi tan comentado viaje a TurquÃa.
Era una tenebrosa noche de tormenta, frÃo y pelÃculas de terror. A la madrugada tuve una nueva crisis. Como siempre, en medio de un delirio de persecución, escuchaba a Marley, y veÃa un horrible bicho negro que se formaba con la sombra. Quise matarlo, lo juro, pero no pude...es que tenÃa la cara de
Kafka!! A Marley también quise matarlo pero decidà que no, tal vez se comÃa el bicho ....Llamé rápido al doctor y me aconsejó: “no te preocupes, tomate un Anaflexâ€�. Yo no sé qué tendrÃa que ver, pero asà lo hice. Me acosté de nuevo, saludé a Franz colgado en la cortina, e intenté conciliar el sueño.
Como no pude, fui al consultorio y le dije al dr. que necesitaba vacaciones urgente. O sea, yo misma me receté, porque él hace años atiende a mi perra y ya es como de la familia....“Si te vas, andate bien lejos, y mandá frutaâ€� me dijo. Me pareció una muy extraña manera de desear suerte, pero seguro tuvo un mal dÃa, aparte con la mosca del Mediterráneo mirá si le iba a poder mandar fruta...
ContentÃsima, me fui a comprar el pasaje con destino: Liverpool. El tema es que el afro-Ãtalo-patagón que me atendió.... no entendió, y me terminé llevando un paquete completo de 3 dÃas a TurquÃa, en un fabuloso hotel 5 estrellas, con vista al mar.
Todo muy lindo, sin mencionar que en el viaje me banqué 20 hs. al pibe punk del asiento de al lado, con un tatuaje en el cuello de Burns diciendo “soy malo, y me gusta serlo�, y los labios pintados de azul, aullando al compás de Evanescence.
Una vez en Estambul, caminé 48 Km. más tratando de seguir el mapita que me dieron en la agencia, pero claro...estaba en árabe, y ellos escriben de derecha a izquierda, asà que habÃa dado más vueltas alrededor del aeropuerto que las que dio River en la cancha (bueno, no tantas...)
De repente me encontré en una casa de familia, en la puerta habÃan 5 estrellas dibujadas, con un cartel que decÃa:
“�mar Abdala: andá acá a la sala, pasá la banana, ganás la batata macabra�...
Y sÃ, me garcaron una vez más. No habÃa playa, ni mar, ni hotel. Era una casa de adolescentes turcos fumando en
narguile, cantando “Jabibe� y bailando alrededor de una batata disfrazada de odalisca....
Parece que �mar Abdala, el menor del grupo, (él único al que le faltaba el cuarto casorio), estaba buscando candidata, y no encontraba la indicada en ese pueblo, por lo que se asesoró con M*nem, que le dijo que llame al
0-600-atacaaKamchatcka. Ahà le comunicaron con la agencia de turismo.
La cosa es que yo debÃa participar en ese rito, una especie de Rayuela o escalera al cielo, y si pasaba la banana, me ganaba la batata, que es el sÃmbolo de fertilidad y matrimonio turco.
Esa era la prueba de amor de la noche de compromiso.
De más está decir que me resbalé en la escalera, en la caÃda aplasté la batata y en el hospital me tomé un delicioso licuado de banana(?)
En fin, como dijo mi abuela: "nena, ese chico no era para vos"...
Ahora, mis estimados lectores, la posta pasa a
Nancy, que nos cuenta sobre este oscuro caso:
“Peligrosa Obsesión: la casa de las muñecas y el juicio del novio de Barbie�.