lunes, diciembre 13, 2004

Llegando tarde

Ante la desesperación del público ávido de nuevo post, que mandó cartas y llamó desde todos los puntos del universo preocupado por mi estado de salud(?) les digo: Aquí estoy. El trabajo me está dejando sin tiempo (nominado como "tema del año" aquí)...Pero no desesperéis...El desaparecido Nohorbee donó este post (atenti con el título oportuno) ...aquí va, para todos los que ya lo extrañábamos. Gracias, total.
.-.-.-

Siento los espinosos campos de rosas albinas torturando mi alma ausente de sentidos. El frío invierno ha terminado temprano este año y como si supiera que caprichosamente lo extraño, adorna algunos días de esta primavera con su particular e inconfundible aroma de tormenta.
Vuelto de mi última derrota, siento el sabor del polvo y su textura entre mis dientes. Pero ha comenzado en mi, una nueva era, y con esta, una nueva oportunidad de cambio y redención. El corazón se fortalece como una raza inmortal en cuyas venas no corre otra cosa que azúcar disuelta en su sangre. Me adueño de la fuerza de alguien. La siento en mi interior a pesar de saber que no debería estar allí. Igualmente agradezco a quien me ha premiado a pesar de mis errores, al piadoso ser que de buena voluntad y de forma anónima, perdonó las fallas de mi alma e inició en mi esta nueva era.
Disfruto como antes esa música de melodiosas e implícitas notas. Atento a cada letra y contento por cada silencio. Siento que no es en vano haber aprendido a oír y prefiero considerar que también aprendí a escuchar.
El miedo a la ceguera disminuye y es evidente ya, que veo desde mi instinto. Es sorprendente cuanto se pierden nuestros ojos.
Tengo algunos vecinos nuevos, entre ellos dos ancianos que se disponen a amarse en sus últimos días juntos, tres gorriones, padre, madre y pichón, el viento, las nubes y el sol. Todos conviven en una vieja casa de paredes grises y techos altos con puertas de madera. Salen todas las mañanas en tandas separadas, y la casa desaparece hasta la noche donde se reúnen todos en lo que la envidia de vida denominó: “El nuevo aquelarre�. Y es así como de vez en cuando, y cuando se acuerdan, pasan por casa a saludar, de visitas o para quedarse.
Todavía recuerdo por momentos la vieja escalera de goma donde se posó ese atardecer, la criatura más bella que vieron mis ojos. Su pelo caía sobre sus hombros como la miel que se esparce por el prado al caer del panal herido. Sus ojos clavados en esa pared manchada de recuerdos y salpicada de los sentimientos más puros de cada ser que la rozó, le daban vida a cada objeto, que al despertar se unían a un ritual celebrado por danzas del fuego al ritmo del golpe que producía cada parpadeo. Su boca siempre cerrada, pronunció un tímido saludo dejando escapar esa hermosa voz que al brillar, llamó mi atención y generó la envidia de todos los jilgueros y zorzales de la tierra.
Recuerdo también esa dulce humildad que emanaba luz a su alrededor. Sus ojos inmóviles ahora clavados en los míos, me hacían temblar de nervios, y su triste expresión por mi prolongado silencio, me hicieron sentir culpa y me obligaron a arrancarle una sonrisa, que hasta el día de hoy recuerdo y llevo grabada a fuego en cada una de mis pupilas.
De alguna manera vuelvo a mis días, y no puedo evitar pensar que de haber sido allí, el que hoy soy, le hubiera regalado el alma para tenerla entre mis brazos. Pero tal vez ya sea tarde y no deba abrir esa vieja caja de Pandora que uniría aquellos días con el mundo de hoy. Tal vez vuelva a las penumbras y deje pasar mi oportunidad de paz. “Más vale tarde que nunca�, pero creo que esta vez, me quedaré en el jamás y tal vez algún día recuerde este momento y me dé cuenta que aún estaba a tiempo, pero que volví a llegar tarde.

-Nohorbee-

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