lunes, octubre 23, 2006

A destino

Resulta que soy un maquinista. Tengo un vagón de cosas que llevar. Tengo esto y no tengo aquello. Y qué mierda me importa lo que no tengo. Claro, viene uno me ve acá y dice "eh cuántas cosas hiciste?" y a mi me parece que no hice un carajo. El tema es que en esos vagones tengo mucho. Y viene otro y piensa "pero si no tenés nada!" y yo capaz que siento que me alcanza. NO, no me conformo, nunca...los sueños están ahí, en primera fila en asiento preferencial, se convierten en metas de vez en cuando, pero como dice alguien (es así, las cosas que te marcan suelen ser anónimas) hacer para vivir y no vivir para hacer... y entonces cargo combustible y arranco. Paso por dunas, pozos, montañas, mares...pero no tengo un tanque, no, mi locomotora está llena de parches, alambres, hojas y bichitos. Al final del día llego a la estación y la lustro, la arreglo, y cualquiera dirá "qué boluda". Pero a lo mejor yo estoy contenta porque pasé una montaña con mi locomotora vieja y emparchada.

Es que seguramente hice mil cosas y no hice nada... y sigo siendo una boluda que no tiene nada y tiene todo. Quizá no consiga materializar ni la mitad de los sueños. Quizá las metas son solamente planos que nunca lleguen a ser los edificios que tienen ganas de ser.
Quizá no lo necesito.

No sé.

Yo solamente sé esto: que llevo mis vagones hacia un horizonte difuso, con todo y con nada.

Y que en esta aventura te veo vos ahí (acá), de maquinista a mi lado. De otra forma no funciona. Te veo ahí (acá) andando. Construyendo. Soñando. Creyendo. Haciendo música. Emparchando. Disfrutando cada pasito. Feliz.

Así, dos pero uno.

Y entonces no me falta nada.

Etiquetas: ,

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal